Por un lado, el organismo concluye que podría reducirse en un 95% la progresión del VIH/sida tan sólo mediante una detección anual sistemática y la consiguiente aplicación de un tratamiento antirretroviral inmediato a cualquier persona infectada, mientras su sistema inmunitario no esté aún demasiado afectado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que esta estrategia sería veinte veces más eficaz que una política de lucha contra el sida estrictamente curativa. Por otro, dos terceras partes de los 15 millones de personas que necesitan tratamiento antirretroviral en los países en desarrollo no tienen acceso al mismo, por –evidentes– razones de precariedad económica. Por tanto, y debido especialmente al elevado precio relativo del preservativo, no debería sorprender que a diario se produzcan 7.400 nuevas infecciones de VIH en el mundo.
A partir de esta constatación, Onusida recomienda generalizar los tratamientos terapéuticos y utilizarlos también en contextos preventivos. Para alcanzar este objetivo, resulta indispensable simplificar el conjunto de acciones previstas. Simplificar las terapias mediante el uso de un medicamento único en lugar de tres (prescripción más aceptada), simplificar los tratamientos reduciendo sus efectos secundarios (medicación más tolerada), simplificar los protocolos imponiendo los genéricos (factura más económica), simplificar el acceso a los cuidados mediante una difusión masiva de los mismos (estructuras y procedimientos más flexibles).
La apuesta tiene una importancia mayúscula: salvar 10 millones de vidas humanas antes de 2025. Por muy ambicioso que parezca, el reto es menos técnico que financiero, y menos financiero que político.
La generalización de la detección sistemática es tanto más irrenunciable cuanto mayor es el número de personas que ignoran su estado serológico que, según los países, oscila entre un tercio y tres cuartas partes de los seropositivos.
Philca & carzam / Mensgo
(via Le Monde del 26-06 y 13-07-2010)